Éstos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Marcos 4:18,19.
Cristo
especificó las cosas que son dañinas para el
alma.
Según Marcos,
él mencionó los cuidados de este siglo,
el engaño de las riquezas
y la codicia de otras cosas.
Lucas especifica los cuidados, las riquezas y los pasatiempos de la vida. Esto es lo que ahoga la palabra, el crecimiento de la semilla espiritual. El alma deja de obtener su nutrición de Cristo, y la espiritualidad se desvanece del corazón.
“Los
cuidados de este siglo”. Ninguna clase de personas está libre de
la tentación de los cuidados del mundo.
El
trabajo penoso, la privación y el temor de
la necesidad le acarrean al
pobre perplejidades y cargas. Al
rico le sobreviene el temor de la pérdida y una multitud de congojas.
Muchos de los
que siguen a Cristo olvidan la lección que él nos ha invitado a aprender de las
flores del campo.
No confían en su cuidado constante. Cristo no puede llevar sus cargas porque ellos no las echan sobre él...
Muchos que podrían ser fructíferos en el servicio de Dios se dedican a
adquirir riquezas. La
totalidad de su energía es absorbida en las empresas comerciales, y se sienten obligados a descuidar las cosas de naturaleza espiritual.
Así se separan de Dios... Hemos de
trabajar para poder dar al que necesita. Los cristianos deben trabajar, deben ocuparse en los negocios, y pueden hacerlo sin pecar. Pero muchos
llegan a estar tan absortos en los negocios, que no tienen tiempo para orar, para estudiar la Biblia, para buscar y servir a Dios.
A veces su
alma anhela la santidad y el cielo; pero no tienen tiempo para apartarse del ruido del mundo con el fin de escuchar el
lenguaje del Espíritu de Dios, que habla con majestad y autoridad.
Las
cosas de la eternidad se convierten en secundarias y las cosas del
mundo en supremas.
Es
imposible que la simiente de la palabra produzca fruto; pues la vida del alma se emplea en alimentar las espinas
de la mundanalidad.
Y muchos que obran con un propósito muy diferente caen en un error similar. Están trabajando para el bien de otros; sus deberes apremian, sus responsabilidades son muchas, y permiten que su trabajo ocupe hasta el tiempo que deben a la devoción... Andan lejos de Cristo; su vida no está saturada de su gracia y se revelan las características del yo. Palabras de Vida del Gran Maestro, 31, 32. [218]
No hay comentarios:
Publicar un comentario